lunes, 5 de julio de 2010

PASO UN MAL RATO

Felipe Juan Froilán de Todos los Santos


Ocurrió en la plaza de Toros de Valencia, el 17 de marzo de 2008.
El nieto del Rey, que nació el 17 de julio de 1998 tenía entonces 9 años. Iba acompañando a su padre D. Jaime de Marichalar, Duque de Lugo consorte. La sorpresa del niño fue mayúscula cuando uno de los toreros en terna, El Cid, se dirigió a él y le brindo el toro. El niño, emocionado recibió de pie la montera de manos del torero. La plaza, llena de entendidos, estalló en aplausos, al reconocer el destinatario del brindis.
Cuando el Duque consorte, que poco debe de saber de esto, explico al excelentísimo niño que si el matador obtenía una oreja se la tenía que llevar a casa, el rostro le cambio de color.
El Cid se lució y se mereció la oreja, que le fue concedida..
El quinto heredero de la corona española hizo una señal de la cruz pidiendo ayuda al cielo, mientras el torero era aclamado en su vuelta al ruedo.
La presión aumentaba. El niño, con los ojos grandes, tragó saliva, al ver aproximarse a Manuel Jesús El Cid con el apéndice auditivo del bicho sangrando en la mano. El maestro le ofreció la oreja y el Excelentísimo vástago dijo que no la quería, con una apurada sonrisa.
El Cid se la llevó y ahí acabó todo.
Froilán se fue con paz en su conciencia y todos nos marchamos con la sensación de haber aprendido una lección de fortaleza: ese niño no se doblegó ante la tentación de quedar bien y dijo sencillamente lo que pensaba en conciencia (ante los miles de aficionados que observaban curiosas el desenlace del desencuentro)

viernes, 2 de julio de 2010

PASEILLO ROTO

Sucedió en la plaza de toros de Vitoria, el día 5 de julio de 1953


Mientras hacían el paseíllo en una novillada de D. Ignacio Sánchez y Sánchez

Bartolomé Jiménez Torres

Paco Corpas

Enrique Orive

En la manga de toriles ya estaba en novillo de nombre FECHORIAS que debía abrir plaza. Quizás por que el cerrojo no estaba bien echado, el burel dio un sopetón al portón y se salio al ruedo, rompiendo la formación de paseíllo y sembrando desconcierto en las cuadrillas que buscaban el refugio de las tablas. Fue el alguacilillo quien con su cabaldura entretuvo al novillo mientras se organizaban los toreros.