
El novillero no podía con el novillo, el Pasmo de Triana veía la incapacidad del matador, cada vez que el novillero se acercaba a la res iba por los aires.
Juan Belmonte, desde el callejón, le susurraba al chaval "¡¡ENCOJATE¡¡" , "¡¡ENCOJATE¡¡", el novillero atendiendo las indicaciones del maestro se acercaba al novillo encogido, en cada cite era pillado por el burel y así hasta que el novillo fue a los corrales ante la impotencia del chaval.
Ya en el callejón, el novillero con el vestido destrozado y el cuerpo lleno de golpes fue llamado por el maestro.
¿Cómo no has hecho caso a mis indicaciones?
Maestro, yo me encogía, pero aun así, el toro hacia por mí
Pero si lo que tenias que hacer era "ENCOJARTE", hacerte el cojo e ir para la enfermería y dejar el toro que tenia guasa.
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